sábado, 23 de junio de 2007

Altruismo y neuronas



Puede que alguna vez se haya preguntado si cuando la gente da algo a una buena causa lo hace porque ayudar a los demás o por obtener un reconocimiento social. Esta duda es lugar común y alimenta interminables y acaloradas discusiones de sobremesa. La conclusión a la que debe haber llegado después de embarcarse en estas ociosas tertulias es que la cuestión quedará para siempre sin resolver, tal y como ya quedó el asunto del sexo de los ángeles. Pues nada más lejos de la realidad, sí se puede saber porqué estamos dispuestos a dar dinero para ayudar a los demás, y no solo eso, los motivos pueden incluso fotografiarse. Si ahora piensa que los impulsos que nos guían no se pueden fotografiar está profundamente equivocado.

Pero, empecemos por el principio. Todo esto esto viene a colación por un estudio publicado en la revista Science en su número del 15 de Junio de 2007 . El trabajo se centra en un experimento en el que a 19 sujetos se les da dinero, se les quita mediante impuestos o se les condece la oportunidad de donarlo. En los dos últimos casos el destino de la ganancia no está en el bolsillo del sujeto sino en una organización benéfica que lucha por el bien común. La novedad del asunto estriba en que estos secillos intercambios económicos se llevan a cabo en el interior de un equipo de resonancia magnética fucional. Esta máquina es capaz de fotografiar los pensamientos o al menos los lugares en los que estos pensamientos están teniendo lugar.
Cuando usted se concentra en una actividad intelectual e incluso cuando está viendo la televisión su cerebro trabaja sin descanso. Dependiendo del problema a resolver distintas áreas del cerebro tienden a activarse. Por ejemplo cuando está hambriento y consigue incarle el diente a un apetitoso helado varios núcleos cerebrales se activan y es esa activación la que le produce el estado de bienestar asociado al helado. Uno de los núcleos más importantes a este respecto es el nucleo accumbens. Este pedacito de gelatina localizado en el centro de su cerebro se activa, por ejemplo, cuando usted bebe, come u observa el cuerpo del un notable miembro del sexo opuesto. Es decir, que cualquier cosa que nos da placer activa este núcleo, o mejor deberíamos decir que las cosas que nos dan placer lo hacen porque activan este núcleo.
¿Y que tiene que ver todo esto con el cochino dinero? Pues que al parecer el dinero es tan cochino como el jamón de jabugo y tanto el primero como el segundo tienen la capacidad de activar la dichosa palanca del placer. Cuando usted saborea el jamón las neuronas del accumbens comienzan a activarse sin cesar y lo mismo hacen cuando el cochino dinero va a parar a su bolsillo. Es decir que tanto el uno como el otro son capaces de activar el núcleo accumbens y mediante ese mecanismo nos causan una sensación placentera. ¿Podemos detectar esa activación neuronal? Sí, la resonancia magnética funcional es capaz de detectar el incremento en el consumo de oxígeno que se produce al activarse las neuronas más de lo normal. Es decir, si le damos a alguien un buen bocadillo de jamón y estudiamos su patrón de actividad neuronal mediante resonancia magnética funcional observaremos el placer que eso le provoca como una mancha de activación neuronal en el accumbens.
Y este es el sistema que se ha utilizado para decidir si somos genuínamente altruístas o si por el contrario lo que nos gusta es dar dinero para que la gente sepa lo buenos que somos. ¿Nos alegra contribuir al bien común o somos generosos simplemente para obtener a cambio reconocimiento social? Recordemos que en el segundo párrafo habíamos dejado a 19 individuos realizando diversas transacciones económicas. ¿Que pasaba por sus cabezas cuando se les daba dinero y cuando lo donaban a causas benéficas? Lo primero que se ha verificado una vez más es que cuando a alguien se le da dinero el núcleo accumbens y otras regiones relacionadas con el placer se activan. Ya hemos dicho que esto no es sorprendente, nos gusta que nos den dinero, pero sirve como control. ¿Se activa la región cuando a los sujetos se les exige un pago para contribuir a una causa solidaria? La respuesta es sí. Al parecer sí somos genuínamente solidarios, nos gusta ayudar a los demás aunque sea a costa de nuestro beneficio. Los individuos que contribuyen a al bien común experimentan una sensación placentera.
Ahora bien, esto no es todo. No todos los sujetos sufren la misma activación, los hay más y menos altruistas. Los que presentan más actividad en el accumbens dan el doble de dinero que los egoistas que no sienten tanto bienestar al pagar el impuesto para la mejora social.
¿Afecta que los demás sepan lo buenos que somos? Sí, afecta. Cuando el dinero se da de forma voluntaria, es decir no se les quitaba a los sujetos sin más como en el caso anterior, sino que se les daba la opción de dar o no dar la activación era mayor. Sentimos más bienestar si contribuimos al bien común de forma voluntaria. Nos gusta que a los demás les vaya bien, pero nos gusta más todavía si nos queda claro que les va bien gracias a nosotros.
No es que el resultado del experimento económico me sorprenda muchísimo, pero me maravilla que este tipo de preguntas obtengan respuesta, que podamos saber que siente la gente, que hayamos encontrado la región cerebral responsable del placer, que podamos cuantificar el bienestar que alguien siente haciéndole una fotografía a su cerebro. Nunca sabremos cual es el sexo de los ángeles, pero a pesar de lo que pensamos en un principio sí podemos ver que le pasa por la cabeza a alguien que se comporta de forma altruísta.

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