jueves, 19 de julio de 2007

¿Hay alguien ahí? Como funcionan algunos fantasmas



¿Quien no ha tenido la seguridad de estar siendo observado en la noche y tras reunir el coraje suficiente como para darse la vuelta y enfrentarse al intruso cara a cara se ha dado cuenta de que no había nadie? Podemos suponer que habrá sido el sonido de las hojas arrastradas por el viento o las sombras de la noche las que nos ha hecho estar seguros de tener alguien en la espalda hasta el punto de casi llegar a sentir su aliento y el sonido de los pasos. Pero el responsable no era el viento ni las sombras sino una mundana sobrecarga eléctrica en la corteza parieto-temporal, una zona del cerebro situada más o menos a la altura de la punta de las orejas.


La conclusión que se desprende del estudio publicado en la revista Nature y se basa en lo que una paciente relató al estimulársele la región parieto-temporal durante una operación cerebral. La chica dijo que había un individuo justo detrás de ella. Describió al intruso como un joven de sexo indeterminado, una sombra que ni se movía ni hablaba, situada muy cerca, detrás de ella. Supongo que la sensación que debió experimentar debe ser similar a la que sentimos cuando, por la noche, atravesamos un corredor sombrío y nos parece que alguien nos sigue. A veces la presencia es tan real que nos obliga a detenernos para comprobar si se oyen otros pasos superpuestos a los nuestros. En el caso de esta paciente la sombra también se movía tras ella, de hecho se movía imitando exactamente sus movimientos.

Estas presencias se han descrito también en pacientes psiquiátricos y neurológicos. Al parecer lo que sucede es que la estimulación de esta área cerebral hace que la mente sea engañada y considere algunas señales internas generadas por nuestro propio cuerpo y cerebro como recibidas desde el exterior. Esto es bastante típico en la esquizofrenia. Los paciente esquizofrénicos con sobre-excitación en la región cerebral señalada suelen atribuir sus propias acciones y pensamientos a terceras personas que en realidad no existen más que en su cabeza. Los autores del estudio sugieren que este mecanismo puede estar también relacionado con la paranoia, la manía persecutoria y la ilusión de estar controlado por otro.
Que el mecanismo haya sido desentrañado no significa que las sensaciones sean menos reales para quien las sufre. La paciente no pudo reconocer a la presencia que había tras ella como una ilusión a pesar de que sabía que le estaban toqueteando el cerebro y que debía resultar extraño tener a alguien tras de ti imitándote en todo cuando estás en una mesa de operaciones con la cabeza abierta y electrodos en tu cerebro.


Si las conclusiones de esta investigación pueden poner los pelos de punta la metodología es casi más terrorífica. La observación hizo estimulando esta región de la corteza cerebral con una punta capaz de generar descargas eléctricas. ¿Y cómo se puede tener acceso al tejido cerebral? Con una sierra radial y buen pulso. La operación realizada para tratar a una paciente con epilepsia grave consiste en abrirle la tapa de los sesos y urgar con la punta eléctrica. La estimulación eléctrica se realiza estando la paciente despierta (y con la tapa de los sesos abierta). Al parecer que te toquen el cerebro directamente no hace daño, lo que no tengo tan claro es que no haga daño el asunto de la sierra.

Lo de la estimulación eléctrica con el paciente despierto es una técnica habitual en este tipo de operaciones y se hace sobre todo para estudiar la región a tratar. Antes de cortar nada se le excita al paciente la zona en cuestión y se le pregunta que siente, si se advierte que la zona es demasiado importante procura evitar el causarle daño alguno. Por ejemplo si se tiene que operar cerca de una de las áreas del lenguaje se va tocando hasta que el paciente se queda mudo y una vez localizado el punto exacto se intenta no dañarlo demasiado.


De modo que la próxima vez que deambule por una calle solitaria y oscura recuerde no se preocuparse por el maníaco que le persigue, seguramente todo está en su cabeza y es una broma de esta pequeña zona situada junto a la punta de sus orejas. Eso sí, si ya le ve de los ojos febriles y el brillo del arma, corra, no vaya a ser que haya algo real ahí fuera, frente a sus ojos.

2 comentarios:

Regina dijo...

Jejejeje, muy interesante la entrada. No sé si tendrá relación o no con la zona, pero yo cuando tengo esas sensaciones siempre noto un escalofrío que comienza justamente ahí, detrás de las orejas, y me baja por el cuello y la espalda.

Lo de las operaciones despierto con el melón abierto se ve mucho en las series de médicos. Normal que lo hagan así, cualquiera enreda ahí dentro y espera luego a ver si ha dejado al paciente tonto al despertarse.

Un artículo muy curioso :D

aristarcos dijo...

A mí también me ha parecido muy interesante el estudio. Muchas gracias por el comentario.
No he visto nunca una operación de esas, la verdad es que no veo mucho la televisión. Eso sí, he leído algo sobre estudios basados en ellas, ya haré alguna otra entrada sobre el tema.